Unidad 1. ¿Qué es la filosofía? La caverna de Platón y nuestro mundo.

https://losapuntesdefilosofia.com/
LOS APUNTES DE FILOSOFÍA (1) – 4º de E.S.O.

Apuntes en PDF: Unidad 1. ¿Qué es la filosofía? La caverna de Platón y nuestro mundo.
Archivo en PDF con el guion y las instrucciones para los trabajos de lectura.
  • LECTURA PARA ESTE TEMA (para realizar en las sesiones en las que se permanezca en casa): “Cuestiones preliminares”, capítulo introductorio de Daniel Rosende, Filosofía para bípedos sin plumas, Editorial Planeta, Barcelona, 2019. (DIFICULTAD BAJA) [Descárgalo AQUÍ exclusivamente para uso educacional].

Posibles temas para disertar tras la lectura: ¿qué es el amor? ¿el conocimiento nos hace más felices?

___

23 de septiembre de 2020

Unidad 1. ¿Qué es la filosofía? La caverna de Platón y nuestro mundo.

¿Qué es la filosofía? ¿Sirve para algo? Vamos a comenzar este curso leyendo y reflexionando sobre un pasaje muy famoso de la historia de la filosofía: la alegoría de la caverna, escrita por el filósofo griego Platón allá por el siglo IV antes de Cristo. También vamos a visualizar algunas obras del dibujante Steve Cutts, que pueden servirnos para entender de qué va eso de la filosofía…

Una alegoría, según el diccionario de la Real Academia Española, es “una ficción en virtud de la cual un relato o una imagen representan o significan otra cosa diferente”.

Platón (Πλάτων) aprovecha este relato ficticio para contarnos qué es eso de la filosofía, para qué sirve y qué relación guarda con la educación o con la libertad. Todo comienza en una caverna, donde nos encontramos todos desde niños…

Nuestro punto de partida: encadenados dentro de una caverna sin saberlo.

Cuenta Platón que unos hombres permanecen desde niños en el interior de una caverna, encadenados de pies y manos, y obligados siempre a mirar hacia la misma pared, una pared en la que se reflejan sombras de cosas del mundo: sombras de caballos, de personas, de jarrones, de árboles… Estas personas nunca han visto otra cosa desde su nacimiento. Suena raro, ¿a que sí? Se trata de un relato muy antiguo. Podríamos imaginarnos que los prisioneros se encuentran en un cine, o dentro de un programa de realidad virtual, con sus trajes de realidad virtual, que les permiten vivir en una simulación, aunque no son conscientes de ello. 

Las sombras que observan estos peculiares prisioneros son resultado del reflejo de unas figuras que van portando unas personas que se encuentran detrás de los encadenados, separados de ellos por un muro bajo, un tabique que hace que no se detecte el teatro que están viviendo los prisioneros. 

Detrás de las personas que portan figuras hay un fuego, que permite que se proyecten las sombras que han visto los prisioneros desde su nacimiento. En un momento de la historia, uno de los prisioneros es liberado y forzado a mirar hacia atrás, a descubrir el engaño del que ha sido objeto toda su vida…

Leif Czerny, Höhlengleichnis

Qué extraña imagen, ¿verdad? En el diálogo platónico (de título la República) en el que está contenida esta alegoría el protagonista Sócrates (de quien Platón era uno de sus más destacados discípulos) afirma que esos inquietantes prisioneros “son como nosotros”, pues “¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?”. 

Tal vez nosotros, los seres humanos, tenemos una cierta tendencia a la esclavitud:  solemos pensar que la reducida región de la realidad en la que tendemos a acomodarnos es todo lo que hay: en la caverna, donde está todo lo que conocemos (las sombras de la pared), y junto al calor del fuego, no se está tan mal, después de todo. Pero el ser humano -en esto coinciden casi todos los filósofos- puede aspirar a mucho más. Puede aspirar a la libertad: a salir de la caverna y observar la realidad del exterior.

Existen dos tipos de ignorancia, una más grave que otra.

Sin embargo, ocurre algo que impide a los cautivos salir de la caverna: y es que ni siquiera son conscientes de que están ahí dentro, encadenados desde el nacimiento, pues nunca han visto otra cosa, ni creen que sea posible nada más que aquello que conocen. Platón viene a enseñarnos aquí que existen dos tipos de ignorancia, una mucho más preocupante que la otra: una cosa es ignorar algo y otra, mucho peor, ignorar que se ignora algo. En el primer caso, lo único que necesito es ponerme manos a la obra para tratar de conocer aquello que desconozco (por ejemplo: la distancia que hay desde la Tierra hasta el Sol); en el segundo caso, mucho más preocupante, primero tengo que liberarme de mis prejuicios y opiniones erradas (por ejemplo: el Sol es un dios al que rendir culto, que se desplaza en una barca, como pensaban los egipcios). La filosofía ha tratado siempre de luchar, fundamentalmente, contra el segundo tipo de ignorancia, aquella que “ignora que ignora”, es decir, la ignorancia que “no sabe que no sabe”. 

Para qué sirve la filosofía.

Así, aunque mucha gente piensa que la filosofía no sirve para nada -pues es cierto que no es fácil encontrarle una aplicación práctica inmediata- la verdad es que la práctica filosófica siempre ha tenido una intención liberadora del ser humano. Mediante la filosofía, si es que esta es ejercitada con autenticidad, podemos aspirar a vidas más plenas y libres:

La dedicación a la filosofía (…) requiere el ejercicio de la razón, hace al hombre pensar. Y muchas veces este ejercicio del pensamiento obliga al hombre a tomar conciencia de su propia dignidad y libertad. Despierta en él un espíritu crítico que le permite descubrir el verdadero sentido de su vida, la verdadera significación de la realidad que le rodea, integrada por instituciones y leyes, creaciones culturales y aparatos técnicos, estructuras económicas y formas políticas, usos sociales y costumbres consagradas. El hombre que piensa puede, en un momento dado, poner la realidad al desnudo porque, quien ha formado sólidamente su razón crítica, difícilmente comulga con ruedas de molino. Por lo mismo, quien toma conciencia de su propia dignidad difícilmente se somete a manipulaciones degradantes.

Antonio Aróstegui,  La lucha filosófica, Editorial Marsiega, Madrid, 1975, pp. 26-27.

La filosofía, practicada honestamente, entraña siempre un peligro para los gobiernos autoritarios y para las oligarquías que con frecuencia manejan nuestras democracias. Tratar de salir de la caverna y de romper las cadenas con las que Platón simboliza las causas de nuestra ignorancia (los prejuicios, los mitos, las tradiciones irreflexivas…) supone una amenaza para aquellos que se beneficien de la ignorancia de los demás. Pues puede decirse que para la filosofía un ser humano libre es aquel que es capaz de pensar por sí mismo (esto es, en palabras de otro filósofo llamado Kant: es capaz de autonomía) y de evitar que sean otros los que piensen por él (esto es: de escapar de la heteronomía). Pero para eso es necesario darse cuenta de que solemos siempre estar en la caverna, de que solemos manejarnos en el mundo mediante prejuicios, falsedades y mitos.

Salir de la caverna.

La alegoría continúa con el dificultoso trayecto que ha de efectuar el prisionero liberado para salir de la caverna: sus ojos, habituados a la oscuridad, han de ir acostumbrándose poco a poco a una mayor visibilidad de las cosas. Se trata del duro camino del conocimiento, del proceso educativo encaminado a que el pupilo pueda pensar por sí mismo, a que adquiera conciencia filosófica (conciencia de su propia filosofía), a que mediante la razón pueda aproximarse a la verdad de las cosas. 

Pero es importante destacar que el propio prisionero liberado, aquel que ha salido del mundo de apariencias en que consiste la caverna, si recuerda su anterior cautiverio de tantos años en los cuales nunca se había dado cuenta de nada, debe concluir que tampoco puede estar seguro del todo de haber salido de la caverna: puede ser que el exterior también sea una caverna más grande, una prisión de la que también es necesario salir. 

Así, en una primera aproximación, la filosofía podría definirse como aquello que hacemos cuando tomamos conciencia de que nosotros mismos siempre podemos estar dentro de la caverna, por lo que tratamos de buscar garantías y caminos que nos permitan asegurarnos que, efectivamente, estamos saliendo de ella; estamos saliendo de un mundo de apariencias y falsedades, caminando hacia otro mundo más auténtico, más certero, más libre.

Obstáculos para salir de la caverna.

Ocurre que, como afirmaba otro importante filósofo de la Antigüedad, maestro de Platón y de nombre Aristóteles (384-322 a. C.), “todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber”. Estarás de acuerdo en que los seres humanos tenemos un cierto deseo de verdad y de libertad: ¿a quién le gusta que le engañen o sentirse esclavo de los otros? Nuestra capacidad innata para el razonamiento nos hace preguntarnos desde niños por el por qué de las cosas así como por la esencia (el “qué es”) de las mismas. Pero también parece ser cierto que en algún momento de nuestras vidas, a medida que vamos creciendo, por distintas razones, vamos olvidando esas preguntas, o más bien “tapándolas”. Algunos filósofos han denunciado que, con el fin de no hacernos cargo de esas preguntas acerca de nosotros mismos o del sentido de la realidad en la que vivimos, usamos “sustitutos” o entretenimientos que nos permitan no hacernos cargo de dichas cuestiones filosóficas esenciales.

El artista Steve Cutts, ilustrador y animador, realiza una interesante y sugerente crítica de nuestras sociedades contemporáneas. A sus ojos parece que la mayoría de personas vivimos vidas vacías e insustanciales que nos impiden ser felices. La alienación a la que nos sometemos mediante multitud de dispositivos evita que nos hagamos cargo de la infelicidad generalizada y facilita que “tapemos” las preguntas que naturalmente nos hacemos desde niños: ¿por qué son las cosas como son? ¿podrían ser de otra manera? ¿somos libres?

Steve Cutts, Happiness (2017)

Vamos a terminar este primer tema introductorio con la lectura de parte del mito de la caverna platónico:

“A continuación, compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

– Me lo imagino.

– Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

– Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.

– Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

– Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

– ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

– Indudablemente.

– Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?

– Necesariamente.

– Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

– ¡Por Zeus que sí!

– ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?

– Es de toda necesidad.

– Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz, y al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

– Mucho más verdaderas.

– Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

– Así es.

– Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?

– Por cierto, al menos inmediatamente.

– Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

– Sin duda.

– Finalmente, pienso, podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por si en su propio ámbito.

– Necesariamente.

– Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

– Es evidente que, después de todo esto, arribaría a tales conclusiones.

– Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

– Por cierto.

Platón, República (514a-516e), en Diálogos IV, traducción de Conrado Eggers Lan (con pequeñas modificaciones), Gredos, Madrid, 1998, pp. 338-341

 

Actividades de comprensión de los apuntes:

  1. ¿Qué cuestiones pretende explicar Platón con su alegoría de la caverna?
  2. Según el mito, ¿en qué situación nos encontramos los seres humanos desde que nacemos?
  3. ¿Qué dos tipos de ignorancia distingue Platón? ¿Cuál de ellas es la más grave?
  4. ¿Para qué puede servir la filosofía?
  5. Según lo explicado, ¿qué significa para la filosofía que el ser humano es libre?
  6. ¿De qué manera podemos definir la filosofía en relación a lo estudiado sobre el mito de la caverna?
  7. ¿Con qué obstáculos solemos toparnos al intentar salir de la caverna?
  8. ¿Qué opinión te merece este mito platónico?
  9. ¿Consideras que a día de hoy nuestras sociedades son sociedades libres, efecto de seres humanos que piensan por sí mismos (autonomía) o, por el contrario, todavía vivimos en la caverna, en el sentido de que seguimos pensando lo que otros quieren que pensemos (heteronomía)? ¿Puedes poner algún ejemplo de la vida real? Acuérdate de los vídeos e imágenes de Steve Cutts y de la imagen que transmiten de nuestras sociedades contemporáneas.