Unidad 5. ¿Qué es el ser humano? (1) El mito de la naturaleza humana.

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LOS APUNTES DE FILOSOFÍA (1) – 1º de Bachillerato

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Archivo en PDF con el guion y las instrucciones para los trabajos de lectura.
  • LECTURA PARA ESTE TEMA (para realizar voluntariamente y subir, así, la nota de la evaluación): «¿Queda todavía en vosotros mucho de chimpancé?», en Michel Onfray, Antimanual de filosofía, traducción de Irache Ganuza Fernández, Editorial Edaf, Madrid, 2005, pp. 34-46 (DIFICULTAD MEDIA). [Descárgalo AQUÍ exclusivamente para uso educacional].

Posibles temas para disertar tras la lectura: ¿Es el ser humano libre en nuestra sociedad?

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Unidad 5. ¿Qué es el ser humano? (1) El mito de la naturaleza humana.

«Uno no puede aprender filosofía, sino únicamente a filosofar» (“(…) kann man keine Philosophie lernen (…). Man kann nur philosophieren lernen”), escribió Kant. Aprender a filosofar consiste, ante todo, en aprender a hacerse preguntas tan radicales que escapan al ámbito más restringido de las ciencias. Ahora bien, el mismo Kant señaló que todas las preguntas de la filosofía se pueden resumir en una sola: ¿Qué es el ser humano?

 

«El campo de la filosofía (…) se puede reducir a las siguientes cuestiones: 1) ¿Qué puedo saber? 2) ¿Qué debo hacer? 3) ¿Qué me está permitido esperar? 4) ¿Qué es el hombre? La metafísica responde a la primera cuestión, la moral a la segunda, la religión a la tercera y la antropología a la cuarta. En el fondo se podría considerar todo esto como perteneciente a la antropología, dado que las tres primeras cuestiones se refieren a la última»  

Immanuel Kant, Lógica. Un manual de lecciones, edición de María Jesús Vázquez, Akal, Madrid, 2000, p. 92 [III].

¿Por qué esta pregunta es tan importante? Quizá porque a ella se remiten, en último término, las cuestiones que más nos preocupan actualmente. Por ejemplo: ¿Por qué renacen una y otra vez -a pesar del aparente progreso de la humanidad- las mismas atrocidades que ya se creían superadas: guerras, genocidios, violaciones, violencias…? ¿Es que somos, por naturaleza, agresivos y egoístas, y nada puede remediarlo? ¿O bien somos naturalmente buenos y altruistas y es la sociedad la que nos envilece, como sugirió Rousseau? ¿Somos “animales enfermos” e infelices? ¿Tenemos posibilidad -y derecho- de transformar nuestra naturaleza? ¿Incluso por medios genéticos? ¿O basta la educación? Cuestiones fundamentales para planificar la economía, la política, la educación… Porque no es lo mismo realizar una planificación social si se parte de una confianza radical en el carácter altruista del ser humano o de todo lo contrario. ¿Somos realmente animales racionales, o es la “locura” lo que caracteriza a la humanidad? Los interrogantes podrían continuar, y se invita al que lee a que prosiga con ellos. Pero, a fin de cuentas, siempre se terminará en una pregunta clave: ¿Qué es el ser humano?

Vamos a acercarnos a estos problemas en esta lección y empezaremos estudiando el marco teórico desde el cual hoy es preciso entender el origen y el desarrollo del ser humano: el darwinismo. Pero antes, vamos a realizar una actividad inicial que nos sirva para empezar a pensar en la cuestión del ser humano por nosotros mismos.


ACTIVIDAD INICIAL

En el capítulo “Be Right Back” de la serie de ciencia ficción distópica Black Mirror se describe la historia de una joven pareja: Martha y Ash Starmer:

Martha y Ash se mudan a la casa de la infancia de Ash, en la campiña inglesa, lo cual los obliga a tener que conducir largos tramos para ir a la ciudad. En uno de esos trayectos Ash tiene un accidente y muere. El duelo de Martha, en una casa llena de recuerdos de su pareja, es muy duro. En el velatorio, una amiga le habla de un nuevo software que la podría ayudar y más tarde, a pesar de su rechazo, la suscribe sin su permiso. El software aprovecha la adicción a Internet de Ash y produce una copia digital de él que se comunica vía e-mail con Martha. Al principio ella lo rechaza y se niega pero cuando descubre que está embarazada decide darle una oportunidad. El software imita las expresiones de Ash en Twitter y otras redes sociales y aunque parece pasar el test de Turing (una prueba ideada por el científico británico Alan Turing para evaluar si una máquina exhibe una conducta inteligente similar o indistinguible a la de un humano) reconoce desde un principio que Ash está muerto. Por ello, Martha decide cargar videos al software para que este pueda tomar la voz de ellos y hablar por teléfono con ella. De este modo, Martha acaba volviéndose adicta a las charlas con Ash-software hasta que un día, al salir de un control médico del embarazo, rompe accidentalmente su móvil quedándose incomunicada con él. Esto le sirve de excusa a Ash-software para contarle que existe un proceso experimental para producir un androide de piel sintética copiado a imagen de Ash. Ella, tras algunas dudas iniciales, acaba comprándolo. Al principio Martha interactúa con él e incluso lo usa para tener sexo, pero gradualmente va sintiéndose extrañada del androide porque no actúa como Ash-humano lo haría. Ash-androide obedece literalmente a todas sus órdenes: cuando ella le ordena que deje de discutir él se detiene, e incluso si ella se lo pidiese podría saltar de un acantilado.

Tratemos de responder a las siguientes preguntas:

a) ¿Qué diferencia al Ash androide del Ash humano?
b) Si lo narrado en el capítulo pudiese ser real y pudiésemos comprar androides como Ash, ¿serían los androides la nueva clase de esclavos?
c) ¿Se podría actuar inmoralmente (portarse mal o bien) con respecto a un androide?
d) ¿Qué crees que tendría que tener el androide Ash para ser considerado humano?


La evolución de los seres vivos

Actualmente, el marco teórico desde el cual se debe entender el origen y el desarrollo del ser humano es el darwinismo. El darwinismo se opone a mitos y creencias religiosas, como el creacionismo, al mismo tiempo que cuestiona teorías científicas anteriores, como el lamarckismo.

  • El creacionismo es la creencia según la cual una inteligencia superior creó a los seres vivos según un plan inteligente. Esto explicaría la gran complejidad existente en los seres vivos, así como la diferencia específica del hombre con respecto al conjunto de la creación. En gran medida, para los creacionistas, renunciar a su fe equivale a reducir al ser humano a una bestia salvaje movida por impulsos biológicos. En tanto que esta explicación exige que haya creencia (fe), se trata de un punto de partida ideológico con el cual la ciencia ha roto desde tiempo atrás, a pesar de su vigencia en ciertas culturas y ambientes donde la religión tiene un peso mayor que la ciencia.
  • El lamarckismo es una teoría acuñada por Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) en el siglo XVIII, la cual proponía una explicación del desarrollo y diversificación de los seres vivos consistente en la capacidad de los propios organismos de adaptarse al ambiente. Los cambios en el ambiente generarían nuevas necesidades en los organismos que conllevarían la modificación de los mismos, modificaciones que serían heredadas dentro de la población.

    Jean-Baptiste Pierre Antoine de Monet, Chevalier de Lamarck (1744-1829)

Viñeta sobre Lamarck encontrada en internet (lamentablemente, no conozco el nombre del autor)

 

Carmen Belart Rodríguez, Biología y Geología, 4º ESO, Editex, 2008
Fue tal la animadversión que generó la teoría de Darwin en la época, que la prensa y el mundo cultural cercanos a la Iglesia se burlaban a menudo de este biólogo caricaturizándolo con cuerpo de mono, como en este dibujo («A Venerable Orang-outang», a caricature of Charles Darwin as an ape published in The Hornet, a satirical magazine, in 1871 [https://www.historytoday.com/archive/going-ape-over-darwin]

Esta teoría de Lamarck, que aparentemente concordaba con la experiencia, no pudo demostrar de manera empírica los mecanismos de la evolución biológica. La genética del siglo XX ha demostrado que los rasgos que se adquieren durante la vida no quedan fijados en la carga genética que hereda la cría del individuo en cuestión, esto es: los caracteres biológicamente adquiridos, la herencia genética, no se ve modificada por el desarrollo del individuo en el medio en el que vive.

Charles Robert Darwin (1809-1882), considerado el padre de la biología moderna, desconocía las actuales teorías sobre la herencia genética -cuyos comienzos se remontan a Gregor Johann Mendel (1822-1884), después perfeccionados a partir del descubrimiento del ADN- pero solo su teoría concuerda con ellas. Darwin consideró que la única manera posible de explicar el origen de las especies (título de su obra fundamental) tenía que pasar por la renuncia a cualquier teleología, esto es, a cualquier tipo de explicación que contara con que el proceso evolutivo es un proceso que tiende a fines, al igual que podemos decir que una novela tiende a un final, una conclusión. La evolución es, por tanto, «ciega», carece de una meta o de un objetivo: esta es una de las consecuencias más importantes de la teoría de la evolución.

¿Cómo, entonces, se produce la evolución de los seres vivos? Todos los seres vivos se encuentran en pugna por la vida. Pero no todos pueden sobrevivir y reproducirse igual que los demás, lo cual ha de añadirse al hecho de que nacen más individuos de los que el entorno puede soportar. En función de los pequeños cambios azarosos que van apareciendo en toda reproducción genéticapues el nuevo ser vivo nunca es una copia genética exacta de sus progenitores-, podemos afirmar que existen algunos rasgos, adquiridos de manera azarosa, que son más convenientes para la supervivencia y otros que son menos adecuados. Aquellos rasgos que constituyen una ventaja para el individuo en la carrera por la supervivencia le proporcionarán más oportunidades para reproducirse y, por lo tanto, pasarán a la siguiente generación. De esta manera, en un proceso extraordinariamente dilatado en el tiempo, los organismos van evolucionando y dando a lugar a las distintas especies, en función del entorno.

Esto que estamos explicando constituye la base del actual paradigma evolutivo, la llamada síntesis neodarwinista, para la cual la adaptación al entorno en competencia con otros organismos biológicos, marcada por la carga heredada genética, determina la evolución de los seres vivos. El hombre, pues, no es una excepción en este juego de la selección natural: como ha demostrado la paleoantropología, es posible trazar una cadena de homínidos en el tiempo que nos lleve hasta formas de vida anteriores a los homínidos, primates prehominoideos. El hombre evolucionó a partir de formas de vida no humanas: esto constituye una evidencia científica en la que todavía se está trabajando y sobre la que se discute, pero siempre dentro del marco del darwinismo. El problema teórico en esta cuestión no pasa por cuestionar el darwinismo, pero sí que es una cuestión real de controversia la determinación de hasta qué punto la selección natural es suficiente para dar con la constitución del ser humano.

Darwin y la evolución. Ministerio TIC Colombia.

 

Ciencia express: selección natural – UPV/EHUko Kultura Zientifikoko Katedra – Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

 

ACTIVIDADES (para realizar en el cuaderno/portafolio y comentar en clase):

1. ¿Qué es el creacionismo?
2. ¿Qué es el lamarckismo?
3. ¿Cuáles son sus errores?
4. ¿A qué renuncia la teoría de Darwin?
5. Resume con tus propias palabras las tesis evolucionistas de Darwin.
6. ¿Tiene vigencia el darwinismo?

El mito de la naturaleza humana

Hay algo que denominamos ideología que es lo antagónico de la filosofía: podemos denominar ideología a una red de creencias y apariencias (sombras de la caverna platónica) que, al mismo tiempo que nos ofrecen una imagen del mundo, nos ocultan su verdadero ser, produciendo el efecto subjetivo de creer que se tienen conocimiento cuando, en realidad, solo se tiene ignorancia. Dentro de la pluralidad y variedad de «sombras de la caverna» que han ido paseándose a lo largo de la historia de la humanidad, hay varias ideas muy recurrentes (es decir, ideas que vuelven a aparecer cada cierto tiempo). Una de ellas, muy importante, es la de que existe una naturaleza humana (algo así como una esencia inmutable del ser humano) de la cual se siguen, necesariamente, determinadas consecuencias sociales, morales y políticas.

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Pero cabe argumentar que la moral y la política presuponen sujetos libres: solo tiene sentido la pregunta «¿qué debo hacer?» (o «¿cómo debemos organizar nuestras sociedades?») en la medida en que creemos que podemos elegir hacer una cosa u otra cosa. ¿Qué sentido tendría esta pregunta si fuera formulada por un animal que estuviese constituido por un conjunto cerrado de impulsos biológicos? Se trataría, en ese caso, de una vana ilusión, pues el hombre haría siempre lo que la naturaleza le ordenase, independientemente de las fantasías morales con las que quisiese entretenerse y adornar su vida. Es más, ¿para qué habría que esforzarse por imaginar y proyectar políticamente una república de ciudadanos libres e iguales si, por ejemplo, supiéramos que las mujeres son inferiores a los hombres, los negros a los blancos, y unos individuos más inteligentes que otros por razones genéticas? El proyecto del que estamos hablando desde el comienzo de curso, el llamado proyecto ilustrado, sería peor que una vana ilusión, sería un mito falso que, además, nos conduciría al desastre. Si la «materia» con la que trabaja la moral y la política estuviese constituida de tal manera que no fuese apta para la libertad y la igualdad, parece claro que no cabría más remedio que aceptar «el orden natural de las cosas», tal y como este viene marcado por la naturaleza humana. Ante esto cabe decir, como se intentará ir demostrando más adelante, que, a lo largo de la historia, la imagen que han tenido los hombres de sí mismos se ha encontrado siempre estrechamente relacionada con el tipo de mundo que esos mismos hombres soportaban, anhelaban o intentaban conquistar.

Orden natural y orden divino

El Antiguo Régimen fue el nombre que los revolucionarios franceses le dieron a la época anterior a la revolución de 1789. Más tarde, los historiadores usaron ese término para designar el sistema político, económico y social característico de Europa entre los siglos XV y XVIII. La monarquía absoluta de derecho divino fue el sistema político mayoritario durante el Antiguo Régimen. Consideraba que el poder del rey provenía de Dios, justificando de esta manera que se concentraran en el monarca los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, así como el control de la economía, la hacienda y el ejército. La sociedad del Antiguo Régimen era estamental, caracterizándose por la desigualdad ante la ley y por diferenciarse en ella dos estamentos a los que se pertenecía por nacimiento: el grupo de los privilegiados (que no pagan impuestos y gozan de un mejor trato) y el de los no privilegiados o tercer estado (más del 90% de la población, que carga con la obligación de pagar impuestos y carece de privilegios). Vid. M. Burgos y M. C. Muñoz-Delgado, Historia, 4º de ESO, Anaya, Madrid, 2008, pp. 10-13

En la Edad Media el orden social estaba fuertemente jerarquizado: cada miembro de la sociedad ocupaba un lugar fijo en una estructura social considerada estática e inamovible. Un campesino trabajaba la tierra del señor durante toda su vida y el señor era, también para siempre, noble. El hijo del campesino sería campesino también y el hijo del noble, asimismo, sería con seguridad noble. El rey, por su parte, obtenía la legitimidad directamente de Dios, el cual era el garante último de la estructura social feudal del Medievo. El orden de las cosas se correspondía con el orden que Dios había dispuesto para ellas, incluidas las personas. Dios había creado un mundo en el que unos tenían que nacer sirvientes y otros estaban destinados a ser señores, uno tenía que ser rey y no había posibilidad de discusión: los vínculos de sangre no permitían ninguna movilidad social. Era el orden divino el que legitimaba y sujetaba el orden social.

Con la llegada de la Modernidad, llegaron cambios en este ámbito de la vida social: se comenzó a romper con ese mundo estático y marcadamente desigual en el que el lugar que ocupaban las personas no tenía nada que ver con lo que éstas hicieran a lo largo de su vida, sino que les venía dado por nacimiento. En el nuevo orden moderno todas las personas debían ser libres e iguales y el orden social tan solo debía depender de los méritos de cada individuo, por lo cual podría ser modificado conforme al recorrido particular vital de cada persona. El lema revolucionario «Libertad, Igualdad y Fraternidad» obligaba a edificar un orden social que fuese compatible con el orden de la libertad (y no con el orden divino).

Pero, aunque en esta época se comenzaba a proclamar cómo debían ser las cosas de derecho, lo cierto es que de hecho el orden social estuvo lejos de constituirse de ese modo, al igual que sigue ocurriendo a día de hoy, en nuestras sociedades herederas de este proyecto de la modernidad. ¿A qué se debe tanta desigualdad real en un orden político que se presenta a sí mismo como construido sobre la base de la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos? A esta pregunta cabría responder de dos maneras: o bien este orden social solo responde en apariencia a las exigencias de la libertad y la igualdad (por lo que deberíamos modificarlo para que efectivamente responda a estas exigencias modernas) o, más bien al contrario, la sociedad realmente obedece a estas exigencias de libertad y lo que sucede es que liberando por fin a las personas, liberamos también el hecho -presuntamente científico- según el cual los seres humanos somos por naturaleza unos más «capaces» que otros.

Es en este punto donde la idea de naturaleza humana, la idea de un orden natural de las cosas, vino a sustituir la idea de un orden divino. Las tendencias más reaccionarias de la sociedad pudieron asimilar la teoría de la evolución de Darwin, usándola para sustituir una legitimación de origen divino por una naturalista y pseudocientífica. La diferencia es que el orden divino justificaba una sociedad desigual de hecho y de derecho, mientras que, una vez superado el Antiguo Régimen, las desigualdades existentes en una sociedad desigual de hecho pero igual de derecho (pues presuntamente se basa en la libertad y la igualdad) encontraban justificación en la «naturaleza humana». Una vez eliminadas las «barreras artificiales» del Antiguo Régimen, seguirían quedando las «barreras naturales», permitiendo que los más aptos accedan a los estratos sociales más elevados.

ACTIVIDADES (para realizar en el cuaderno/portafolio y comentar en clase):

7. ¿Por qué afirmamos que la moral y la política presuponen a un individuo no determinado?
8. ¿Cuáles eran las características básicas de la sociedad medieval que hemos tratado?
9. ¿Qué novedad introduce la modernidad?
10. ¿Esta igualdad se produce en la actualidad? Busca información en internet acerca del reparto de la riqueza en el mundo.


Volvamos a la idea de que ahora, en las sociedades modernas, en las que ya no hay las «barreras artificiales» del Antiguo Régimen, «los más aptos» son los que han de acceder a los estratos sociales más elevados. Se trata de una idea que permanece latente en nuestras sociedades y que resurge cada cierto tiempo, sirviendo de legitimación del orden social existente. Richard Herrnstein (1930-1994), psicólogo de la Universidad de Harvard, se expresaba así en un libro suyo titulado I. Q. in the Meritocracy:

Richard J. Herrnstein, I.Q. in the Meritocracy, Atlantic Monthly Press, USA, 1971, p. 221

Las clases privilegiadas del pasado (…) probablemente no eran muy superiores biológicamente a los oprimidos, motivo por el cual las revoluciones tenían buenas probabilidades de éxito. Al eliminar las barreras artificiales entre las clases, la sociedad ha estimulado la creación de barreras biológicas. Cuando la gente pueda acceder a su nivel natural en la sociedad, las clases más altas tendrán, por definición, mayor capacidad que las inferiores.

Esta idea de que un «orden natural», correspondiente con una determinada naturaleza humana, debía prevalecer apareció en la modernidad como sustituto de la idea medieval de «orden divino». Y parece claro, al menos a nuestro juicio, que ambas ideas cumplen una función legitimadora de las desigualdades reales existentes en el mundo.

«La desigualdad impide el avance social y exacerba las divisiones sociales, pero no es inevitable» (Noticias ONU, 21 de enero de 2020)

11. NOTICIAS DESDE LA CAVERNA: «Por qué tener una casa con 500 libros da tres años de ventaja escolar a tus hijos» (Luis Alemany, El Mundo, 14 de marzo de 2018):

«Ahora, por fin, podemos medir con números esa idea tan abstracta que llamamos transmisión de la cultura, indagando en estudios sobre la educación como el Informe PISA de la OCDE que se dio a conocer hace algunos meses.

Hay centenares de variantes entre las que indagar en las tripas de PISA y algunas de ellas retratan la cultura de la familia de los alumnos: número de libros en casa, predisposición a ir al teatro o a exposiciones de arte… Lo bueno es que esos datos se pueden poner en relación con el rendimiento académico de los alumnos.

En España, por ejemplo, los niños de 15 años que vienen de casas con menos de 11 libros obtuvieron en el último examen de PISA 423 puntos. En cambio, los que venían de hogares con más de 500 libros lograron 540 puntos, un 27,65% más. «En PISA consideramos que 40 puntos equivalen a un año académico, de modo que esos 117 puntos de distancia son casi tres años de diferencia», explican, desde París, fuentes de la OCDE, el organismo que elabora el estudio. (…).

Hay más cifras que van en la misma dirección. Sin salir de PISA, podemos averiguar que los niños españoles que dicen tener libros de literatura clásica en casa reciben 512 puntos. Los que tienen cuadros y otras obras de arte, 510. Y los que tienen más de tres instrumentos musicales, 518.

Además, el informe PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study) es otra fuente que insiste en la misma idea: los niños españoles de nueve o 10 años (4º curso de primaria) con más de 200 libros (no se recogen más categorías) en casa leen un 20,8% mejor. (…).

Mariano Fernández Enguita es catedrático de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid. Y pone un poquito de contexto: «La biblioteca es, ante todo, un indicador, además de un componente, del capital cultural y escolar de la familia. Si un niño ve a sus padres leer interesados, ensimismados, riendo, etcétera, quiere aprender antes; y estos le incentivan. Y la escuela empieza masivamente por y gira hasta el final en torno a la lectoescritura, que además es el caldo perfecto para el efecto Mateo (eso de que los ricos se hacen más ricos y viceversa). Además, la familia con más libros también va más a museos, ve otra televisión, otro cine, otra música, hace otro turismo, habla más y mejor, valora la escuela, etcétera. Una pescadilla que se muerte la cola. Si en vez de a la escuela los llevásemos a un taller de carpintería tendrían ventaja los niños con más herramientas en casa».

«No estamos en una relación causa-efecto, más bien es una causa difusa. La cultura es un cúmulo de rasgos difusos que crean una predisposición al aprendizaje. La cultura no está encerrada en un libro ni en un cuadro», explica Antonio Rodríguez de las Heras, director del Instituto de Cultura y Tecnología de la Universidad Carlos III de Madrid. «Pero es evidente que un entorno de cultura es una promesa de información de calidad. E insisto en lo de la calidad, porque en este momento, nos sobra la información. Por eso, cada vez va a ser más importante ese entorno cultural» (…).

Excellence through equity es el título de otro estudio de la OCDE, esta vez elaborado en 2012, que mide entre otras cosas, las habilidades matemáticas de los estudiantes y que también atiende a datos socioculturales como la existencia de libros en el hogar (sin precisar el tamaño). En el caso de España, los niños con libros mejoran un 5,6% el rendimiento en mates de los que no tienen.

Y aquí viene el truco que todo el mundo ve venir desde hace algunos párrafos: la existencia de una biblioteca en casa no sólo es la expresión de la cultura de una familia. También es el indicador de su nivel de renta. No es fácil ser pobre y tener más de 500 libros en el salón. «Normalmente, el número de libros se utiliza como parte de un índice global que mide el nivel económico, social y cultural del hogar de estudiante», explica Alfonso Echazarra, analista de la OCDE. En ese informe de equidad también se señala que el impacto de los niveles de renta sobre el rendimiento de los niños españoles es irrelevante.

Los responsables de PISA, que lo miden casi todo, no han querido estudiar la relación entre el éxito académico y los niveles de renta de las familias. Lo más parecido que existe es un paper que dice que los hijos de los profesionales tienen mejor rendimiento que los hijos de los gestores, que detrás van los hijos de trabajadores industriales y los de empleados en tareas básicas.

No hay más datos. Nos quedamos, de momento, sin saber si importa más ser rico o ser culto».

CUESTIONES DEL TEXTO:

a) Según el texto, ¿cuál es la relación que se da entre el número de libros que hay una casa y el rendimiento académico de los estudiantes?
b) ¿Qué es el «efecto Mateo» que se menciona en el texto? Busca información en internet acerca del mismo. ¿Has apreciado en tu experiencia vital dicho efecto en acción?
c) Según Alfonso Echazarra, analista de la OCDE, ¿qué se pretende medir con el número de libros que hay en una casa?
d) A pesar de que, según el texto, no tenemos datos al respecto, ¿crees que el nivel de renta de las familias de los estudiantes influye sobre su éxito académico? Argumenta tu respuesta.

El reduccionismo biológico

Lo que teóricamente une a aquellas teorías que pretenden fundamentar en la biología la sociedad, la moral y la política puede ser entendido como reduccionismo biológico: una teoría es llamada «reduccionista» cuando niega la consistencia propia, la lógica interna de una determinada realidad, afirmando que «en el fondo» no es más que un mero efecto superficial de una verdadera realidad subyacente. El reduccionismo reduce los conjuntos complejos a la mera agregación o suma simple de sus partes: «el todo no es más que la suma de las partes». Es una estrategia de investigación según la cual lo complejo puede explicarse mejor reduciéndolo a sus partes constituyentes. De esta manera, el reduccionismo rechaza comprender el peso específico de la totalidad compleja, negando la influencia que esta pueda tener sobre sus partes; una influencia que en ocasiones puede ser total.

En el caso que nos ocupa, el reduccionismo biológico vendría a sostener que la vida cultural, política, moral, etc., de las personas es algo que no puede ser explicado desde sí mismo (esto es, desde la cultura, desde la moral, desde la política…), sino solo mediante la utilización de argumentos de carácter biológico. De esta manera, si queremos explicar el comportamiento de un individuo debemos recurrir a argumentos que expliquen cómo dicha conducta es favorable para la supervivencia del mismo o de la especie. En última instancia, usando las teorías biológicas actuales, lo que habría que hacer para explicar la conducta de un individuo es encontrar qué gen la produce. Así, el individuo sería un fenómeno aparente de la suma de sus genes. Por ese motivo, es a partir de los genes como tenemos que explicar también las cuestiones sociales: para explicar la delincuencia, por ejemplo, una postura de tipo reduccionista recurrirá a explicaciones que busquen genes de la agresividad, de la cleptomanía, etc., priorizándolas por encima de otras explicaciones de tipo social.

John Dupré, El legado de Darwin: Qué significa la evolución hoy, traducido por Mirta Rosenberg, Katz, Buenos Aires, 2006, p.176

¿Cómo explica, pues, el reduccionismo la desigualdad social? La desigualdad que vemos que existe todavía en nuestras sociedades sería la consecuencia directa del distinto reparto de genes de cada individuo. Los genes se heredan en el seno de la familia, por lo que resulta inevitable la existencia de sociedades marcadamente jerárquicas. Podemos denominar a la familia de argumentos que conciben la sociedad como un terreno idéntico a la naturaleza (en el cual impera la «ley de la selva») con la etiqueta de «darwinismo social». Mediante la aplicación de un reduccionismo decorado con cierta apariencia de cientificidad se han cometido en la historia muchos fraudes teóricos, fundamentalmente para servir como justificación de un estado de cosas que podría ser considerado injusto.

12. ¿Qué sostiene el reduccionismo biológico?
13. ¿Qué es el darwinismo social y cuáles son algunas de sus tesis? Realiza una búsqueda en internet y anota resumidamente los resultados de la misma.

Racismo, sexismo, clasismo… y especismo

Una característica que tienen algunas teorías aparentemente científicas de este tipo es el racismo: según las mismas, la evidente desigualdad existente todavía hoy entre las distintas razas (como por ejemplo la que existe entre negros y blancos) se debería a diferencias naturales en las distintas capacidades de una y otra raza: diferencias inscritas en los genes. Lo cierto es que la biología contemporánea rechaza absolutamente la validez biológica del concepto de «raza» para los seres humanos. Biológicamente se trata de un concepto vacío, ya que no es útil para clasificar poblaciones humanas, pues el conjunto de rasgos externos -color de piel, pelo, forma de la cara, etc.- con los que culturalmente solemos distinguir a las razas no lleva necesariamente aparejado otros rasgos, precisamente aquellos que harían del concepto «raza» algo significativo:

John Dupré, El legado de Darwin: Qué significa la evolución hoy, traducido por Mirta Rosenberg, Katz, Buenos Aires, 2006, p.149 (PUEDES SEGUIR LEYENDO AQUÍ)

Esto es así hasta el punto de que la varianza genética -el porcentaje de carga genética no similar entre grupos poblacionales- entre distintas razas es similar a la varianza genética entre dos grupos humanos cualesquiera seleccionados al azar. Esto es: si tomamos al azar dos grupos humanos resulta que hay la misma diferencia genética entre ellos y grupos humanos distinguidos por sus rasgos externos presuntamente raciales. Una persona blanca de Bélgica puede tener más similitudes genéticas con una persona negra del Congo que con un vecino suyo. De este modo, como «raza» es un concepto que no sirve para ordenar ni clasificar nada, la ciencia acaba prescindiendo de ella por superflua. Pero el hecho de que la ciencia no acepte ya hablar de razas humanas no impide que este concepto todavía tenga vigencia a un nivel sociológico. Esto es así porque precisamente todavía existe la creencia infundada de que existen razas, lo cual convierte a este concepto en operativo; de la misma manera, aunque no existan los fantasmas, tiene sentido hablar de ellos para entender, por ejemplo, por qué alguien que cree en ellos ha sufrido un ataque de ansiedad tras creer ver uno.

También podría decirse mucho en relación a las teorías biológicas sobre las supuestas diferencias biológicas entre varones y mujeres, las cuales servirían para explicar el papel dependiente, pasivo y sumiso asignado a la mujer a lo largo de la historia. La estructura del argumento es la misma: las mujeres y los hombres tendríamos determinados rasgos genéticos que nos harían comportarnos de determinadas maneras.

Con respecto a las clases sociales, hay muchas teorías biológicas que han tratado de explicar cómo unos individuos nacían con una «inteligencia» (equivalente social moderno de las garras en la jungla) superior a otros; asimismo, al mismo tiempo, otras personas nacerían con una tendencia genética a la vagancia, la delincuencia, etc. Por ejemplo, las teorías del IQ o cociente intelectual sirvieron y todavía siguen sirviendo para segregar a poblaciones en función de su «inteligencia» presuntamente genética e independiente del ambiente familiar y social o la educación recibida.

Con respecto al especismo (definido por la Real Academia de la Lengua como la «creencia según la cual el ser humano es superior al resto de los animales, y por ello puede utilizarlos en beneficio propio») puede ser interesante escuchar y leer el razonamiento informal del filósofo español Jesús Mosterín en una entrevista que puede verse en este vídeo de YouTube. En este caso, también, estaríamos ante justificaciones de tipo científico-filosófico que pretenderían zanjar un debate necesario apelando argumentos de discutible calidad:

 

MIS FILOSOFOS DE CABECERA Jesús Mosterín 2 – Écija comarca TV – Presentado por Gabriel Arnáiz – 15:52: <<Así como hay el racismo y el nacionalismo, hay una cosa que se llama especismo. Todas estas cosas son variedades de una postura irracional en cuestiones éticas que consiste en decir que los actos, los hechos o las acciones no hay que juzgarlos por sí mismos, en función de lo que sean, sino que hay que juzgarlos en función del grupo al que pertenece el que los hace. Por ejemplo, si uno es racista puede decir: «determinada cosa está mal si la hace un negro y bien si la hace un blanco»; o si uno es nacionalista, puede decir: «a los nuestros, que hagan lo que quieran, y a los otros, pues que les den por saco, y palo y tal» (…). Así que el racismo, el sexismo, el especismo, el nacionalismo… son actitudes profundamente antifilosóficas. Lo que la filosofía exige en el campo de la práctica son argumentos universales, es decir, exige la consistencia en nuestras opiniones y lo que se llama el principio de la universalidad. Yo no puedo decir que está muy mal que a mí me den una patada en la espinilla porque me duele, pero a ti que den las patadas que quieran en la espinilla aunque te duela también. Si el que a mí me duele es un argumento suficiente para prohibir que a mí me den patadas, pues también lo es para prohibir que te las den a ti, porque a ti también te duele; y también lo es para prohibir que se las den a una mujer, a un negro, a un perro… a todas las criaturas a las que les duele una patada… o nos pueden dar patadas a todos o a ninguno. Lo opuesto es todo lo contrario a una filosofía que se base en principios universales y en la racionalidad>>