Entrega IV (01/1999)

Entrega IV
(01/1999)

Quedabamos, pues, en que la Realidad es necesariamente falsa, tan falsa como real precisamente, ya que, en contra de lo que ella pretende, la Realidad no es todo lo que hay, sino que siempre hay algo más, que no existe, pero que está ahí, como Yo cuando no soy nadie, como el lenguaje común, como el pueblo sin personas, como lo no cosciente y lo desconocido, y que en no existir tiene la fuerza y gracia que le hace decir “No” a la Realidad y rebelarse contra su imperio.

Para esa rebelión y para ese descubrimiento de la falsedad de lo real, tal vez lo más claro y derecho es que os dirijáis a la cuestión del tiempo: pues la Realidad está fundada sobre el Tiempo real antes que nada, y, sin la fe en ese Tiempo, no habría realidad que se sostuviera.

Os han impuesto desde pequeños una idea o imaginación del Tiempo, que consiste en verlo como una línea, divisible en tramos, por suspuesto, y con flecha de sentido, hacia la derecha, esto es, hacia el Futuro, que es como únicamente marcha en realidad (la 2ª Ley de la Termodinámica, entre otras Leyes, se encarga de evitar que las cosas suceden nunca del revés); y, si algún desmandado sugiere que lo mismo marcha hacia la izquierda, o sea hacia el Pasado, puesto que es evidente, como decía el profesor Guillaume, que lo futuro pasa a ser pasado, pero nunca lo pasado pasa a ser futuro, ya vuestros padres y educadores, y la Ciencia misma, procurará que no oigáis semejantes desatinos.

Ese Tiempo lineal, divisible en trechos finitos, con derecha y con izquierda, con su flecha de sentido, es el Tiempo real, el de los relojes y los calendarios, con el que se cuentan las jornadas laborales, y los vencimientos de los créditos de la Banca, con el que se elaboran los Presupuestos del Estado, con el que se celebran vuestros cumpleaños como si fuera una cosa muy graciosa, con el que se os quiere hacer creer que vais a entrar en el siglo XXI y hasta en el Tercer Milenio después de Cristo.

Ese Tiempo, como real que es, es claramente falso y, para el sentido común, un disparate sin sentido alguno, tan disparatado como imperioso.

En medio de ese Tiempo, puesto que lo han dividido, a izquierda y a derecha, en un tramo de Pasado y un Futuro, tienen, para rematar la obra, que colocaros en Presente, que sea un punto, que sea un corte, entre Futuro y Pasado, que sea lo que sea, pero que sea compatible con el Pasado y el Futuro, y que esté situado en la línea del Tiempo real y no perturbe la idea del Tiempo, en que toda la Realidad se funda.

Pues bien, ese Presente, inasible, inconcebible, que no hay quien lo coja, porque tan pronto está aquí como está allí, ese Presente, que es donde el tiempo y la verdad pasa, ése en verdad no existe, ése escapa a todas la ideas y no pertenece a la Realidad; y, como no es la Realidad, está costantemente, si se le deja, descubriendo la mentira del Tiempo real y derruyendo por sus cimientos el edificio ideal en que la Realidad consiste, donde estaban la Fe y el Crédito de Estados y de Bancos, donde estaban los siglos de la Historia y vuestros cumpleaños.

Ese presente, que pasa tan de veras que no existe, está a cada paso desmintiendo y asesinando (para dejar que se viva y se razone) el Tiempo de la Realidad: que es que (fijáos en esta otra perogrullada) ese Tiempo real, esa línea con sus tramos de Futuro a derecha y Pasado a izquierda, ése lo que es de verdad es un espacio: pues sólo en los espacios pueden trazarse líneas, pues sólo de lo espacial se puede uno hacer ideas, con esa idea real del Tiempo.

Es decir que en el tiempo real no pasa nada: nada puede pasar en lo que existe, en lo que tiene su lugar en el reloj y el calendario: no puede ahí pasar más de lo que está dado, previsto y registrado. Que no pase nunca nada de veras, que no pase más que lo pasado, que no viváis nunca, pero, a cambio, tengáis un álbum de fotos y un futuro, un futuro ante todo, eso es lo que el Poder quiere, lo que el Dinero manda, lo que necesita la Realidad.

Pero, por debajo, hay un tiempo que de veras pasa, y ahí, por debajo y a pesar de la Realidad, ahí se puede seguir siempre viviendo y razonando.

AGUSTÍN GARCÍA CALVO