Entrega V
(02/1999)
Y tantas otras evidencias de que hay algo, que está aquí, que está ahí presente, y que no es real, y que, por tanto, con su sola presencia, descubre la mentira de la Realidad.
En la última entrega lo encontrábamos a propósito de esto que de veras pasa, está pasando siempre, un tiempo de verdad, sin fin, sin extensión ni de pasado ni de futuro, del que uno no puede tener idea, pero que lo siente, aquí, ahora, presente siempre, y que, por tanto, con su paso y su presencia, con su verdad, declara la falsedad del Tiempo de las agendas, de los planes y los horarios, del Tiempo Real, Futuro primero y Pasado luego, donde nunca puede pasar de veras nada más que lo que ya se sabe, sobre cuya falsía está montada la Realidad toda.
Bueno, pues lo mismo podemos descubrirlo también a propósito de MÍ MISMO: yo soy, por un lado, desde luego, una persona real: tengo mi Nombre Propio, tengo mi D.N.I. y hasta mi N.I.F., si me descuido; soy elemento de conjuntos, de una Familia, de un estado; estoy matriculado en un Centro, tengo mi Futuro, cumplo años cada año: ¿qué más quiero? Soy, ciertamente, real: mi realidad está fundada en la idea madre de todas las ideas, la de mi muerte siempre-futura: que me han informado, nada más entrar en el mundo, de que me tengo que morir mañana. Y, como soy real, soy, ciertamente, falso, tan falso como la Realidad toda de la que formo parte.
Y, sin embargo, hay en mí, por otro lado, algo que sigue diciendo “No”. Hay que remontarse una y otra vez al recuerdo (o mito, o sueño) del niño aquel que está en el trance de integrarse a la realidad del mundo; que lo llevan sus mayores ante el espejo, y le dicen “Mira, Tin” o “Mira, Tina: ¿te ves ahí?, ¿lo linda que estás con ese lazo?, ¿lo bien que te sienta esa camisita?”; y él se queda mirando un tanto huraño, y algo en él o en ella murmura todavía “Pero ése… ése no soy yo”. Hay que dejar vivir ese recuerdo; porque ese recuerdo es razón y dice algo de verdad.
No puede ser que uno sea uno: eso no es más que la mentira necesaria de la Realidad. Ese YO que dice “No soy ése”, ése soy YO de verdad. Claro que no real: porque ese YO no tiene Nombre Propio alguno; porque YO soy, YO es, cualquiera, cualquiera que dice “Yo”, y que al decirlo, le dice “No” al otro, al real. De manera que uno está partido y en guerra consigo mismo, su verdad contra su realidad.
Y, si acaso alguno de vosotros dice y se cree que él es el que es, que él está conforme con la Realidad, y que no le vengan con razones ni con sueños, ¡qué fácil es hacerle ver que está mintiendo cuando se cree tal cosa! Porque no hace falta andar con filosofías: basta con ver cómo se aburre, la necesidad que tiene de divertirse: ¿por qué, mientras desprecias y te repugna en lo más hondo el pasto televisivo, el bombo y la ilusión de los resultados de las competiciones deportivas, la murga y el coñazo de las noches de discoteca finisemanales, la memez de las chácharas telefónicas interminables para no decirse nada, sin embargo, necesitas de tal modo distraerte, llenar el tiempo vacío, hacer algo de pasar el rato y no comerte el coco, que caes, a pesar de todo, delante de la pantallita o te lanzas al estadio o a la disco o te enchufas los auriculares o descuelgas el telefonillo otra vez, para quedar, para ir, si Dios lo manda, hasta a los Grandes Almacenes para comprar otro refajo? ¿Por qué va a ser?: eso mismo te está diciendo que no era verdad, que encuentras la Realidad insoportable, con la tuya incluida, que no estás conforme con el mundo, por más que te lo creas.
Tal vez la cosas se descubre de la manera más clara cuando te paras un momento y te preguntas “Y ¿qué hago yo con mi vida?”. Esa curiosa pregunta te revela que no eres uno: porque, si “yo” ahí quiere decir tu “yo” real, tu personita, ¿qué sentido tiene preguntar qué vas a hacer con tu vida, si es tuya, la pobre, si es tu realidad y tú estás metido en ella? No puedes hacer más que lo que haces, lo que quieres, o sea lo que está mandado.
Otra cosa es si ahí “yo” es YO de verás, ése que está por debajo de tu realidad, que no es nadie porque es cualquiera, lo común, que sigue diciendo “Pero YO no soy ése” y diciéndole “No” a la Realidad. Y entonces, puede que la pregunta, “Y ¿qué hago YO con mi vida” tenga algún sentido: puede que alguien está haciendo con tu vida algo que tú no sabes.