Entrega X (11/1999)

Entrega X (11/1999)

Ahora que van a tratar de entreteneros con las trivialidades del año 2000, de que el 2000 pertenece todavía al siglo XX y que hasta sonadas las 12 del 31 de Diciembre del 2000 no vaya a entrar en realidad en el milenio III después de Cristo, conviene poner en lengua vulgar algunas reflexiones que se producen al margen de la Estadística y el Cálculo de Probabilidades, con el que, si os descuidáis, van a seguiros liando, como Agentes de Seguros, Ejecutivos de Banca o simples usuarios de la Profilaxis, para el resto de vuestras vidas.

Está bien, por ejemplo, eso de que, cada vez que tiras la moneda al aire, por muchas veces que en las tiradas anteriores haya salido cara, las probabilidades de que en esta tirada salga cara o salga cruz son las mismas que si en las anteriores hubiera salido todas cruces o que no hubiera historia alguna del proceso y ésta fuera la primera vez que tiras la moneda: a saber, el 50% de cruz, 50% de lo contrario.

Sí, pero no sé si está lo bastante claro que para ese cálculo se cuente, sin decirlo, con una verdadera infinitud: que no está fijado el número de las tiradas y que siempre se vaya a poder seguir tirando, de manera que, más pronto o más tarde, la partición por 50% no se dé de hecho, y que, si después de eso se sigue aún tirando, las probabilidades de que a la próxima tirada salga cruz seguirá siendo de 50% cada vez, siempre contando con que no hay fin al número de tiradas.

Porque, si no, si contamos con que el número de tiradas está previamente determinado y que, naturalmente, la probabilidad de cruz o cara para el número total ha de aproximarse al 50% y tanto más aproximarse cuanto más alto el numero que se tome, entonces el cálculo se vuelve claramente del revés: cuantas más caras hayan salido en las tiradas anteriores, más probabilidades habrá de que salga cruz en la que viene; pues es sencillamente como si en el futuro hubiera un depósito de cruces y de caras (tanta más equilibrada cuanto más largo el futuro que se prevea) y entonces, cuantas más se gasten de caras , menos quedarán y más fácil será que a la próxima tirada salga cruz. En el límite, cuando se hayan agotado todas las tiradas previstas menos una, lo que en esta última tirada salga será absolutamente fatal y necesario: la probabilidad se habrá convertido en un hecho.

Esto revela la manera, necesariamente ambigua o contradictoria, en que los hombres juegan con el Futuro, con el no-hecho: por un lado, cuentan con que está determinado, con que tiene número; por el otro, saben por debajo de sus cálculos, cada vez que lanzan una moneda al aire, que eso no es verdad.

Ello se enlaza con la cuestión de “NO-5”, de cuántos números hay que no son 5, o sea la cuestión de “∞-1”. Nada más práctico ni de más actualidad que esa cuestión.

A propósito de ella, os regalo hoy, para terminar, este soneto que, al hacer ayer pruebas de una nueva máquina de escribir (manual, naturalmente), nos ha salido casi sin querer, más a la máquina que a mí.

No te quejes, Manuel, de que no encuentras

lo que buscabas con tan gran ahínco:

no sabe ley tu brújula en su brinco,

y más te pierdes cuanto más te centras.

Sigue a ver dónde vas, y sigue, mientras,

la ley de “Aquí te pillo, aquí te trinco”.

¿ Cuántos números hay que no son 5 ?

Pues así tú si en el sinfín te adentras:

Un sinfín menos 1, si es que quieres

ser uno tú, serán los que no eres.

¿ Pero quién te mandó, Manuel, ser uno ?:

descubre la falsía de tus redes,

que no eres ni todos ni ninguno;

y encontrarás lo que buscar no puedes.

AGUSTÍN GARCÍA CALVO