Papeles de José Requejo I: Carta a Maruja (04/2002)

Largamente he vacilado antes de incluir la siguiente carta, que, si de un lado puede aportar algunas notas a los actuales debates femeninos o feministas, del otro se me antoja de todo punto desaforada y de un estilo aún más incontinente de lo que solía serlo el de Requejo. Aléguesele para disculpa el hecho de que evidentemente se escribió en momentos en que los problemas que en ella se tocan le estaban ya afectando a su redactor demasiado íntimamente y arrastrándolo a un estado de tensión o fiebre, de que acaso ni en el sitio en que hoy está se habrá curado nunca. Huelga, por lo demás, que añada cómo por mi parte, aun reconociendo la importancia capital del sexo femenino o sexo por antonomasia, desautorizo la impacienca y extremosidad con que en la carta se plantean exigencias tan sin contemplaciones a las damas y se manifiesta tan profundo desprecio de los caballeros, debiendo esperar, en cambio, que un análisis más lúcido y un honrado esfuerzo por parte de los unos y de las otras contribuya a desenconar un debate que amenaza con dividir en dos la paz de los hogares y del mundo.

A la destinataria, a quien con notorio afecto y escasa delicadeza se dirige aquí el autor, no la conozco personalmente, pero recibo de persona allegada algunas notas sobre sus apasionados estudios de Entomología y sus penosas contiendas familiares: nacida de familia de rancio abolengo y maridada de muy joven, había ya, por las fechas en que se cruzaba esta correspondencia, sacudido el otrora dulce yugo del matrimonio, lo cual hubo juntamente de valerle el repudio de sus padres; habiendo posteriormente anudado una tierna y desventurada relación con su viejo profesor de música, pronto cayó éste víctima de una enfermedad consuntiva, en cuyo lento desarrollo le asistió ella con ejemplar piedad, habiéndole al fin su defunción dejado con la doble infortunada herencia de unos ataques; intermitentes de afasia y, después de todo, una niñita que se cría entre los cuidados de sus compañeras de rebeldía feminista. Sirva de aviso, sin menoscabo de la debida admiración, a las imprudentes doncellas o matronas que intentan, sin más armas y antes de estar los tiempos maduros para ello, salirse de la condición que de tiempos inmemoriales su propio sexo les prescribe.

A.G.