Procede esta carta, cuya copia estaba entre los papeles que él depositó en mi casa, del último verano de Requejo. Pasó lo más de él en Roma, disfrutando, a lo que entiendo, de la casa de una gentil amiga nuestra que moraba a la sazón en el Trastévere y que le dejó las llaves al irse de vacaciones. De sus dulces y, por así decir, convalecientes impresiones de aquella estancia conservo otro rastro en una tarjeta que me envió poco antes de volverse, a cuyo dorso había un soneto (no sé si escrito por él o adoptado como adecuado portavoz de sus sentires), que copio aquí para complemento de la información:
Píazza dei Renzi, non ti vedró piú?
Campo de’ Fiori, e non verrá nessuno
d’ intorno al bronzo spento di fu Bruno
aspettando una voce di laggiú?E tu, piazza Navona, ed anche tu,
¡sola Tiberina, chiese, putti,
vicoletti di vita… deh, e poi tutti
sarete quel deserto che giá fu?Mentre sotto l’estate cerco in te
di fontana in fontana non so che,
sento battere ancora ombre di cuori.Col mio amor mi nascondo in te, città,
ma l’ odo il tempo che urla al di fuori:
“Anche l’ ora perduta conterà”.
Que en aquella estancia estaba acompañado, o más bien apareado, se desprende ya del plural “nos hemos quedado” del primer párrafo de la carta, y ello coincide con mis recuerdos de aquellos meses, no lo bastante precisos, sin embargo, para que pueda decir si se trataba de algún otro clemente amor que le estuviera embalsamando las llagas del feroz conflicto con su gran amor danés (al que sin duda se alude en las primeras líneas de la carta) o si se trataba de la propia muchacha motivo de sus tormentos; lo cual, aunque algo paradójico, tampoco sería insólito en tales casos.
En cuanto al destinatario, creo haberlo conocido de mi última época de Madrid (sobre una barba tirando a cobriza, unos ojos del color de la mar, aunque no serena), y por una alusión que algún día se le escapó a Requejo deduzco que era de aquellos con los que una amistad demasiado íntima o sentimental para su temple había venido a dar en alguna forma de rotura, que ambos, por lo que se ve en la carta, trataban en la distancia de ir curando.
A. G.