La ciencia y la tecnología nos están dotando a nosotros, los seres humanos -únicos seres capaces, que sepamos, de imaginar y planificar nuestro futuro-, de un poder de transformación insospechado. La tecnología y la ciencia nos están permitiendo llevar a cabo a pasos acelerados no sólo una transformación del medio en el que vivimos, sino también una transformación de nosotros mismos: estamos siendo obligados a adaptarnos al mundo de máquinas que nos rodea y en el que tenemos que aprender a vivir; el desarrollo de la tecnología genética abre un campo de posibilidades extremas relativas a la manipulación y modificación de nuestra propia naturaleza; nuestros deseos y nuestras necesidades están cambiando, en gran parte, por la tecnología y la dependencia que ésta nos genera. Es claro, pues, que la tecnología no está produciendo solamente transformaciones en el mundo, sino que también está produciendo un ser humano distinto.
La tecnología, esto es, la técnica -del griego τέχνη, téchnē, ‘arte’: conjunto de reglas que dirigen la actividad productiva- que emplea conocimiento científico, ha invadido prácticamente todos los aspectos de nuestra existencia. Los avances tecnológicos son tan rápidos que hoy nos cuesta imaginar cómo éramos capaces de vivir hace unos pocos años sin smartphones ni WhatsApp. Resulta evidente que gracias a la tecnología obtenemos múltiples beneficios (como la posibilidad de viajar a países exóticos en pocas horas o de comunicarnos mejor con cualquier parte del planeta), pero la rapidez con la que estos avances están surgiendo, así como su cada vez más inmediato impacto global hacen que, en gran medida, no estemos disponiendo del tiempo necesario para reflexionar acerca de sus posibles repercusiones en la vida humana. ¿Hacia dónde nos estamos dirigiendo? ¿hacia dónde querríamos ir? ¿quién o quiénes están decidiendo la dirección que está tomando la investigación científica y tecnológica actual? ¿con qué criterios? ¿a qué retos -éticos, medioambientales, sociales…- deberíamos hacer frente con urgencia? ¿está la tecnología suponiendo, en definitiva, un progreso en nuestras vidas?
Real Academia Española
La tecnología nos ofrece esperanzas y peligros. Y, desde luego, parece imparable. Aunque, tal vez, podamos intentar la promoción de una tecnología con «rostro humano», que sirva para satisfacer las necesidades reales de los seres humanos… ¿pero, acaso podemos saber cuáles son esas necesidades? ¿qué es aquello que necesitamos para tener una buena vida?
¿Estamos yendo en la buena dirección? ¿estamos progresando? ¿qué significa, para la especie humana, progresar? Demasiadas preguntas… ¿tienes tú alguna respuesta a estas preguntas? ¿te animas a redactar una disertación para responderlas? Este puede ser el título de la disertación: «¿Está la tecnología suponiendo un progreso en nuestras vidas?».
Una disertación consiste en la exposición ordenada de nuestra opinión acerca de un tema determinado. Para saber cómo redactar correctamente una disertación puede ser útil consultar el documento «Algunas normas para realizar una disertación filosófica» que se ofrece en la página de la «Olimpiada filosófica de Madrid».
Asimismo, es muy útil esta presentación que ha elaborado la profesora Lourdes Cardenal en la que, basándose en el libro de Anthony Weston Las claves de la argumentación, se ofrecen pautas para la redacción y creación de argumentaciones y exposiciones justificadas de opiniones.
Por último, esta rúbrica de corrección puede servir para no olvidar ninguno de los aspectos necesarios para realizar una disertación. Está basada en los criterios de valoración de la disertación de la Olimpiada Filosófica de España de años anteriores:
Sapere aude!
